Oyes el rumor? Ahí, en la oscuridad del pecho hueco, se ha encendido una pequeña ascua.
Las brasas crepitan, se encienden poco a poco: gris, naranja, amarillo; el aire sobre ellas se ondula y baila al son del calor que aumenta cada vez más.
¿De dónde proviene el calor? ¿Cómo se avivó la hoguera? Cómo, si ya no quedaban ni rescoldos que soportaran este fuego.
Entierro mis manos en las cenizas que se avivan, las hundo en lo profundo, descubriendo que dan a otro lugar, un espacio donde otros dedos se entrelazan a los míos...
...y tu voz recorre mi piel.
No son palabras especiales, son las adeacuadas. Es una promesa que ya había olvidado, una que no viene de mí, que fue plantada en mi jardín a la espera del momento adecuado. Aumenta el calor, mientras tu mirada cruza el estanque que separa nuestras almas...
...Estalla el fuego envolviéndome, permitiendome volver a respirar, devolviendo el color a mi tez cetrina, retirando la bruma de mis ojos. Veo de nuevo y mi primera imagen en años, eres tú.
Tú, que me has rescatado del gris que hace morir al alma; que has coloreado vívidamente todo lo que tus dedos rozan, lo que tus ojos observan, aquello que nombras con tus labios.
Tú, que me has sacado de la conformidad, que me has hecho volver a creer, a temer, a desear, a amar.
Tú, que aguardas al borde de un acantilado con las alas extendidas, dispuesta a volar, suplicando con los ojos que te deje marchar.
Es temprana la hora, quizá demasiado pronto para soñar, o quizá demasiado tarde, pero más tarde aún para olvidar. Serás una imagen de mi deseo o serás una realidad, con una lección que enseñar.
¿Leerás estás palabras? o languideceran sin que las llegues a escuchar.
Es la duda entre lo que el corazón desea y aquello que a la razón oyes gritar.
Es una contradicción, una lucha escatológica; unas palabras que se acercan, que sin duda, de llegar nos atarán, nos elevarán, nos harán juntos caminar.
Sobre este promontorio veo el horizonte dividido: Violáceo, preñado de tormenta a un lado; Cerúleo, cálido y prometedor de otro.
Quizá ya te perdí, justo depues de haberte encontrado. La vida es así, y así sigue el camino.
Sea como fuere siempre me quedará el recuerdo: El calor de tu cuerpo, la luz en tus ojos, la felicidad en tu sonrisa, el deseo en tus manos, mi vida en el latido de tu pecho.
Será el recuerdo una palabra, que o bien marcará la distancia del olvido, o bien me devolverá la fe; Aquello que contra lo imposible me hará vencer, que romperá las cadenas de mi ser; la palabra es una imagen, y esa imagen, eres tú.