sábado, 30 de septiembre de 2017

MUDO

Cada día es una duda
muda ante el miedo
quedo, esperanza desnuda,
aguda, ante la que cedo.

Me has privado de la razón,
pasión y locura me gobiernan,
enferman, oprimen mi visión,
corazón y mente alternan.

Pues veo tu sonrisa
lisa y resplandeciente,
creciente, ligera como brisa,
indecisa y absorbente.

Me pierdo en tus ojos,
antojos de un Dios perdido,
recluido tras cerrojos,
rojos y dotados de latido.

Oigo tu voz,
veloz, cautivadora,
aurora feroz
portavoz del ahora.

Pero te alejas,
dejas un vacío,
rocío en estas rejas,
quejas y desvarío.

Y así espero,
desespero, dudo,
acudo, venero,
asevero, y al final quedo mudo.

Despertar

Ven a mi despertar,
destierra el tiempo vivido…
Eso que vienes a arrebatar
ya lo he perdido.

Ojalá fuera verdad,
pues no es perdido lo entregado
con total sinceridad;
Aquello del pecho brotado.

Si vieras como yo veo
la luz en el fondo de tus ojos,
esa sonrisa que hace creer al ateo,
que convierte en credo tus labios rojos.

Pues escuché tu voz,
perdido en el mar,
profundo, atroz.
Por ella, pude regresar.

Si fueras un ángel a mi enviado
más perfecto no hubieras sido,
postrado hubiera rezado,
agradecido por lo recibido.

Escóndeme bajo tus alas doradas,
ya no quiero despertar,
de mi sueño, de mi cuento de hadas,
pero el amanecer, comienza a despuntar.

Amanece, tu imagen me viene a buscar,
 Y  yo busco lo perdido, mi razón,
¿Qué me quieres arrebatar?

Qué, si ya te he entregado mi corazón.

martes, 19 de septiembre de 2017

Desespero en la esperanza.

Me desespera el silencio que se intuye en la esperanza vacía, esa a la que nos agarramos para decirnos a nosotros mismos que todo está bien, que nada malo va a pasar, que todo es temporal, que lo bueno está por llegar. Así, cegados por nuestra propia mano caminamos en pos de un horizonte que nos elude constantemente. No importa cuál sea tu verdad o tu realidad, siempre hay un más allá, un más, un mejor… un día que ha de llegar, o quizá volver, o no retornar jamás. Pero unos no llegan, otros no vuelven, y los últimos, se repiten constantemente. 

Es un silencio autoimpuesto porque no queremos escuchar a la realidad gritar desmintiendo lo anterior… mostrándonos las cosas malas que pueden suceder, las que ya han sucedido, lo finito de nuestro tiempo. Porque la vida es caos, una constante lucha por la supervivencia ante la entropía en la que todos estamos inmersos, una batalla que sólo cesará cuando la vida cese, pero que, en tanto, se repetirá una y otra vez.


Digo que me desespera ese silencio, pero se me da muy bien: callar, aguardar; soportar los golpes, aguantar; cerrar los puños, rezar. Pero me cansa, me hastía, lo aborrezco. Tal es mi animadversión, que llega un punto en que solo puedo levantarme, gritar, luchar. La clave es no dejarse arrastrar, no dejarse engañar, despertar un mañana y decir: ¡Basta ya! Y así, con ese grito, bajar la mirada del horizonte, desterrar la esperanza de tu lado, despojar tu ser de toda falsa promesa, caminar. Empezar a andar contra el viento, con la certeza de que sólo cuentas con tu tiempo, tu esfuerzo y tu valor.

Sin embargo, a ti, no te lo puedo aplicar, porque si grito me harás callar, si lucho huirás y, si no hago nada, tu ausencia teminará por volverse cada día mas real. Asi que languidezco sabiendo lo que va a pasar: que te veré de nuevo marchar, sin aprecio por quien soy, detrozandome otra vez. Sé que no marcharás sola, te acompañará un "Lo siento", palabras que como cada vez, quedaran marcadas como solemne epitafio de lo que quizá ya no vuelva a suceder. Será entonces cuando de verdad, una vez lamidas mis heridas, me encomiende al tiempo que me queda, a mi esfuerzo y valor, para intername en el desierto, una vez más.

miércoles, 12 de julio de 2017

Luz

La luz se cuela a través de mis pensamientos  mientras derramo tiempo, que se se escurre entre mis dedos, como fina arena que huye del reloj que la retenía, roto su cristal por el instante presente. 

Las sombras en el fondo de mi mente son alargadas, proyectadas por la luz que baña mi consciencia, nacidas del pensamiento que la puebla. A veces las sombras se confunden con el pensamiento y engañan a mi consciencia, que no se detiene, embelesada por la ilusión, que no observa lo que verdaderamente debe. 

Mis ojos estan fijos en la arena que se derrama, obsesionados con el constante fluir, angustiados por el vacío que se presagia... mi mente trata en vano de hallar respuestas a preguntas que fluyen desde un estanque de aguas inagotables.  

Pero la luz, como si ecuchase mi dialogo interior, se intensifica, se dota de voz y habla. Pero no habla, y sin embargo yo la escucho, recuerdo. Porque no es la primera vez que la luz habla, que destruye la ilusión, que, por un momento, detiene la arena: infinitos granos suspendidos en el aire.

Ella brilla con mucha fuerza, aún cuando la oscuridad nos rodea, aún en mitad de la tormenta... grita a voces auque no la escuches, porque está en tí: En cada latido, en cada respiración, en cada movimiento, en cada decisión, en cada palabra. Ella es vida, la vida: la simple oportunidad de estar aquí, de ver este momento; El mas simple y único de los regalos. 

viernes, 9 de junio de 2017

TU

Oyes el rumor? Ahí, en la oscuridad del pecho hueco, se ha encendido una pequeña ascua.

Las brasas crepitan, se encienden poco a poco: gris, naranja, amarillo; el aire sobre ellas se ondula y baila al son del calor que aumenta cada vez más.

¿De dónde proviene el calor? ¿Cómo se avivó la hoguera? Cómo, si ya no quedaban ni rescoldos que soportaran este fuego.

Entierro mis manos en las cenizas que se avivan, las hundo en lo profundo, descubriendo que dan a otro lugar, un espacio donde otros dedos se entrelazan a los míos...

...y tu voz recorre mi piel.

No son palabras especiales, son las adeacuadas. Es una promesa que ya había olvidado, una que no viene de mí, que fue plantada en mi jardín a la espera del momento adecuado. Aumenta el calor, mientras tu mirada cruza el estanque que separa nuestras almas...

...Estalla el fuego envolviéndome, permitiendome volver a respirar, devolviendo el color a mi tez cetrina, retirando la bruma de mis ojos. Veo de nuevo y mi primera imagen en años, eres tú.

Tú, que me has  rescatado del gris que hace morir al alma; que has coloreado vívidamente todo lo que tus dedos rozan, lo que tus ojos observan, aquello que nombras con tus labios.

Tú, que me has sacado de la conformidad, que me has hecho volver a creer, a temer, a desear, a amar.

Tú, que aguardas al borde de un acantilado con las alas extendidas, dispuesta a volar, suplicando con los ojos que te deje marchar.

Es temprana la hora, quizá demasiado pronto para soñar, o quizá demasiado tarde, pero más tarde aún para olvidar. Serás una imagen de mi deseo o serás una realidad, con una lección que enseñar.

¿Leerás estás palabras? o languideceran sin que las llegues a escuchar.

Es la duda entre lo que el corazón desea y aquello que a la razón oyes gritar.

Es una contradicción, una lucha escatológica; unas palabras que se acercan, que sin duda, de llegar nos atarán, nos elevarán, nos harán juntos caminar.

Sobre este promontorio veo el horizonte dividido: Violáceo, preñado de tormenta a un lado; Cerúleo, cálido y prometedor de otro.

Quizá ya te perdí, justo depues de haberte encontrado. La vida es así, y así sigue el camino.

Sea como fuere siempre me quedará el recuerdo: El calor de tu cuerpo, la luz en tus ojos, la felicidad en tu sonrisa, el deseo en tus manos, mi vida en el latido de tu pecho.

Será el recuerdo una palabra, que o bien marcará la distancia del olvido, o bien me devolverá la fe; Aquello que contra lo imposible me hará vencer, que romperá las cadenas de mi ser; la palabra es una imagen, y esa imagen, eres tú.




















sábado, 11 de febrero de 2017

Camino.

Por fin he aprendido a esconder las palabras en la jaula de hueso que es mi pecho, y aunque mis hechos aún son bastos y evidentes, poco a poco voy domando el fuego que caldea al ave que habita esa prisión.  Su canto es ahogado por mis costillas, su vuelo cortado por mi boca, que permanece sellada para sólo dejar salir una amalgama de palabras sin sentido, apenas un ejercicio de ventriloquia.

Mírame a los ojos y aún verás el reflejo del ascua que se ahoga, que poco a poco va convirtiéndome en otro ser vacío de los que habitan este baldío. Y aunque el sol sale todas la mañanas, ya no tiene a quién iluminar, pues nadie se detiene a observar... a amar la belleza por el mero hecho de existir, por un recuerdo que revivir, por una imagen que con el tiempo se ha de extinguir. 

Míralo revoloteando, con su vuelo mi garganta tentando, negando lo que he estado afirmando. Digo que ya lo tengo enjaulado y él se niega a  ser controlado, atado o silenciado. Es una llama que no se quiere apagar, a pesar de que yo no la quiero escuchar, de que la mando callar, de que con mis manos la trato de apresar, de que sólo quiero olvidar, dejar esa parte de mi marchar.

No mires más, da un paso atrás. Déjame que la vuelva a esconder, en ese lugar que no debes conocer, donde la mente domina al verbo pero sucumbe a la emoción; donde se esconde el acervo, la visión dormida de una generación embebida de información, impasible ante su propia perdición. Será de nuevo mi alma amordazada, de nuevo por la madeja atada, con mano firme controlada. Cierro los ojos y aprieto los dientes. Ves? ya no lo sientes, ese aleteo ha cesado, poco a poco.

De nuevo el azul glacial ocupa mis ojos, el sonido monocorde retorna a mi garganta y la conversación, sea o no banal, puede continuar,  mientras  camino por el mero hecho de hacerlo, pues de esta senda nada quedará para el recuerdo.





domingo, 15 de enero de 2017

NAVIDAD


"Decir lo he intentado, es asumir que no va a pasar". 

Mientras saboreo el aire frío de esta mañana brumosa le doy vueltas a esa idea. Miro con indiferencia las figuras que se intuyen en el camino que me lleva a la carretera a las afueras del pequeño pueblo en que vivo. Sonrío. De repente me ha hecho gracia comparar la falta de nitidez que presenta este paisaje con la que está presente en mi vida.

Sigo andando hasta llegar a la carretera, es pronto aún, además de un festivo señalado, por lo que no hay coches. Al otro lado me espera una gasolinera vieja que se intuye a través de la niebla. El cartel luminoso con el precio de los combustibles le da un aire fantasmagórico a la escena. Paso de largo, no es mi parada. Tras ella hay un camino entre dos muros de piedra que separan los terrenos de varias fincas. Al final del mismo encontraré el lago, a cuya superficie habrán acudido la miríada de aves engañadas por el invierno que como un amante desesperado, no quiere dejar partir al otoño, un otoño que a su vez, finjía ser primavera.

Y sin embargo no me decido a seguir la vereda, no aún. Parado junto a los bloques irregulares de piedra recubierta de musgo, observo el vaho en que se convierte el aliento al escapar de mi cuerpo. Y pienso: "Cuando era más joven era locuaz, desperdiciaba las palabras como desperdiciaba mi tiempo, sin percatarme del valor que ambos tienen. Se me escapaban ambos como se escapa el aliento de mi cuerpo en esta mañana fría. Ahora,  aunque me he atemperado, cuánto me queda por aprender".

Unas luces rasgan la cortina que nos envuelve, sacándome de mi estupor. Poco a poco la silueta de un coche se va tornando visible, hasta que al llegar a mi altura, vislumbro una figura conocida en su interior. Fuerzo la sonrisa y saludo amablemente al ganadero que acude a la labor matutina, pues su trabajo no conoce de festivos.

Reanudo la marcha mientras en mi cabeza sigue martilleando la fantasía que se me ofrece con el aroma cautivador que oculta el veneno  asfixiante que porta. Nada nuevo: Una historia de amor que puede ser confundido con mero deseo, detalle irrelevante por lo irrealizable del hecho, sea cual fuera su naturaleza.

Al llegar a la orilla del lago no puedo evita agacharme a recojer una piedra del suelo teñido de verde escarchado, contemplarla brevemente y despues arrojarla a lo desconocido, aguardando el sonido de chapoteo. Es agradable ver como  muchas acciones tienen consecuencias previsibles pese a que, como ahora sucede, no siempre se ve  el proceso que lleva al resultado final.

Sigo andando por la orilla mientras reflexiono sobre las certezas que hay en mi vida: mi esfuerzo, mis principios, y, revoloteando sobre ellos: mis errores de la mano de mis aciertos. Pero no siempre es suficiente, a veces hay que arriegar, confiar en el azar.  Si no eres muy dado a arriesgar como es mi caso, puede suceder que las cartas repartidas en varias manos consecutivas no sean muy favorables. Y es entonces cuando llega la frustración.

Allí de pie, recuerdo una de esas amistades que con el transcurso de los años se pierde entre las corrientes del tiempo. Era una de esas personas que creían en un mundo fantástico, poblado por criaturas emanadas de lo más profundo de la imaginación del hombre. Hace muchos años me habló de una de esos seres: la ninfa del río. Decían que su espiritu estaba atado a una de las piedras que se encontraba el río justo antes de desembocar en este lago. Él era de los que le pedían deseos a esos seres, lo que al final sólo era un reflejo de la impotencia que estaba presente en su vida, aunque de eso me percataría después.

Justo a mi espalda escucho unos pasos, y una voz melódica hiende el aire:

-Tu amigo, como tú, no puede aceptar que la vida es una marea, que si te empeñas en nadar contracorriente, de seguro te ahogarás.

Hay una figura a unos pasos, no llego a distinguirla bien.

-¿Perdóna?¿Quién eres?- le pregunto, mientras me maldigo por haber vuelto a pensar en voz alta.

-Algo que no puedes entender, ni tú, ni otros que han estado aquí antes de tí. Por ello me han llamado de muchas maneras.

Un escalofrío recorre mi cuerpo. No se porqué, pero hay algo en su voz que me invita a no cuestionar su presencia, ni sus palabras.

-Hoy en día pocos son los que me escuchan. Los que lo hacen, terminan por pensar que soy una fantasía fruto de un mal sueño. Hoy tú has decidido escucharme, aunque después no te dejarás guiar, pues es propio de vuestra naturaleza embestir ciegamente cuando hay que aguardar.

La niebla se torna aun más densa, desdibujando por completo el paisaje.

-El destino es una marea -insiste la figura- has de dirigir tu esfuerzo hacia aquello que ponga en tu camino, luchar por ello. Sin volver la vista, sin anhelar lo que la siguiente ola traerá, pués quizá sea esa la última, aquella que te arrastre al olvido. Acepta el presente, sin ansiar el futuro: bracea consciente de que cada movimiento puede ser el último, pero sin poner menos fuerza en ello por esto. Y así, en ese delicado equilibrio, encontrarás la paz que buscas, y sí, te lo digo ya, encontrarás aquello que tanto esfuerzo has puesto en buscar. No será lo que ahora deseas, será justo lo que debías encontrar.

Y mientras la última palabra forma un eco persistente en mi memoria, mis ojos se abren al despertar.
Es la mañana de navidad, fuera hay una fuerte helada, pero no hay niebla.  Qué ha sido esto? Un simple sueño quizá?

Me asomo a la ventana y veo el río desembocar en el lago. Mientras me percato que ya no hay agobio en mi, ni tampoco pesar, sonrío y casi por superstición, miró a una piedra particular, a la que desde la distancia le susurro:

-Feliz Navidad.